domingo, 25 de abril de 2010

FELICIDAD

Siento la fiebre
de un cálido placer
punzante en mis venas;
como si el anelado sol
hubiese encontrado y cubierto
las frías pieles del invierno.

Se olvidó el dolor,
la ingenuidad infantil
transborda por mi psiquismo maduro.
La sonriza de un bebé
es el espejo de mi alma.

Mi piel erizada
responde al momento vivido,
ya no hay miedo.
Los canales oscuros que rodeaban
mi ser son recuerdos sin recordar,
sólo queda lo otro,
ya no existe lo feo.

Mi alma dotada de esperanza
vibra como un niño en su primer juego 
del recreo

la paz de mi espíritu
se asemeja al encuentro casual 
de dos conocidos enamorados

y afectado por mi adrenalina
me confundo y disfruto celebrando...
lo bueno.

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