miércoles, 28 de octubre de 2009

Conclusiones de una conversación nocturna

“…alguien maravilloso me dijo que estamos aquí de pasada, por eso hay que disfrutar cada momento al máximo…”

Noelia Bejeres

Máximo… Disfrutar… Momento…

Aristóteles creía que la ética de las sociedades debería basarse en la búsqueda constante de felicidad, ésta, consideraba él, EL BIEN MAYOR. Podría ser lograda por muchos medios, quizá por la obtención de otros bienes como familia, dinero, afecto…

Yo, creo que es muy difícil lograrlo, nuestra sociedad no vive en función de la polis como los griegos, nuestra concepción individualista del mundo nos brinda deseos casi imposibles de ser realizados, ya que aquella, la polis, nos impone sus normas y sus propios deseos que por alguna razón siempre parecen ser mayores.

Individualista…, yo lo soy, ¿quién no es? Talvés ahí esté la clave, mi alegría no debe basarse en lo que yo quiero, debo pensar en los demás, debo saber sentir felicidad por la simple sonrisa de un amigo. Debo saber que no vivo por mí sino por todos (evidentemente también debo incluirme en ese todos).

También hay una segunda opción, la de los rebeldes, para quienes tienen coraje de serlo: La vida es mía, mis actitudes también, quizá no interese el sufrimiento de los que siempre amé, si eso me puede proporcionar un poquito más de felicidad…

“Hacé la tuya”, me enseñaron que esa frase define a nuestra época, al fin, mañana no sabemos si habrá día; James Dean decía ”viví todos los días como si fuese el último, planeá tu vida como si fuese para siempre”; yo lo hago, pero para mi EL BIEN, el de Aristóteles, lo logro de, con y para los que me rodean.

¿Qué opinan?

ESTO NO ES UNA CRISIS

(Edición de Galería 12-03-09, resumen del texto de Hugo Burel)

Albert Einstein afirmó que “en los momentos de crisis la imaginación es más importante que el conocimiento”

Tengo 57 años y desde que tengo memoria la palabra crisis ha estado en el horizonte de mi existencia. Haber nacido después de Maracaná me arrojó a la era del deterioro constante del Estado de bienestar, del fin del Uruguay integrado e integrador y de la sucesión de intentos por superar esa crisis que, como una película que pese a tener distintos argumentos siempre parece la misma, ha sido amenaza, pretexto, diagnóstico, oportunidad o flagelo pero nunca ha desaparecido del todo. La señora siempre está ahí, real o imaginaria, latente o en plena actuación, sobrevolando los cielos como las urracas, cuervos y grajos de la tragedia de Macbeth.
“El conjunto de la sociedad, consideran y tratan a la crisis como algo fuera de la esfera de la voluntad y el control humanos, un golpe fuerte, propinado por un poder invisible y mayor, una prueba enviada desde el cielo, parecida a una gran tormenta eléctrica, un terremoto, una inundación”, quien dijo esto fue Rosa Luxemburgo, teórica marxista nacida en Polonia en 1871.
Hoy esa visión no se sostiene. Cada día los medios difunden sobre causas y responsables de la crisis y podemos enterarnos -triste consuelo- de que unos pocos se han encargado de derribar el castillo de naipes, por codicia, especulación, irresponsabilidad y aquiescencia de muchos gobernantes.
Es probable que la verdadera crisis sea la de un modelo económico irreal, fabricado de manera virtual, y jugado a la ruleta especulativa.
En el libro “Club de los elogios” David Rothkopf cita una frase de Edgard Bronfman, principal de Warner Music Group: “convertir 100 dólares en 110 dólares es un trabajo. Convertir 100 millones de dólares en 110 millones de dólares es inevitable”. Ese tipo de razonamiento frívolo y perverso ha destruido aquella idea de ganar dinero a la antigua, es decir trabajando. El brillante economista nacido en Canadá John Kenneth Galbraith, liberal al estilo demócrata norteamericano, dijo que “cuanto mayor es la riqueza más espesa es la suciedad”