El aliento siniestro
de los lobos,
confunde el olfato
de los mortales
Los encantadores
ojos de la noche,
seducen
y la dulcura de
mis labios,
el ingenuo niño de
mi ser,
se entrega, se
pierde
Las confuciones
de un espiritu perdido,
son el sabor saboreado
por los lobos,
que devoran no las carnes,
sino las almas
La recordada esperanza
del niño hombre
se pierde,
marchita y quema
como una flor en el eterno invierno
El aliento siniestro...
marca el camino,
y tan sólo sobra, la
perdición.
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