
La calidez recurría mi cuerpo, ese acogedor y dulce abrazo de la nada, el placer de estar solo. Mi sonrisa estaba descansada, era tan solo un deseo de los más profundo de mi ser, ya no existían ojos suplicando por ella…
El aire me ha acunado ahora, y ya no toco la tierra; y aprovecho este momento para embriagarme en el rosal más cercano, su perfume… Cuando Dios hizo la Tierra , creo con ella el concepto de milagro, y aunque lo hizo él, el deleite es mío.
Suelo pedir que el tiempo no pare, pero ahora quiero que continúe, acepto los cambios de este fantástico acontecer, para q se mantenga la vida, en cuanto el sol me abraza, el viento me canta, y la tierra me alimenta… Y no existe otro modo más perfecto de existir.