lunes, 7 de octubre de 2013


HOY PUEDE SER UN GRAN DÍA

Fragmentos de mañana decoran todo lo que siento, con levedad suben mis pupilas. Respiro, veo, miro. Hermoso sol por la ventana, la cama no había estado tan acogedora desde hace muchos meses, mi cuerpo descansa, mis sueños nocturnos dejaron apenas una sensación de felicidad infantil. Escucho la canilla de la cocina perdiendo agua, está así desde ayer. Me levanto, me lavo, y cierro el pase de agua. Bajo a la cocina, platos sucios, cubiertos sucios, mesada sucia. Tomo un saquito, lentes de sol, dinero y voy a la ferretería. Ayer un amigo, entendido en el tema, me había explicado lo que se había roto, una gomita que va en alguna parte del artefacto, yo estaba dispuesto a solucionarlo.
En la ferretería, el ferretero (un conocido) me ayudó con el tema, me había vendido la canilla, por lo que sabía exactamente lo que necesitaba, un destornillador Philips y La Gomita. Llegué a casa, con minuciosidad saqué dos partes de la canilla, faltaba el último pedazo, pero la llave francesa que también había comprado de mi ferretero amigo zafaba. Saqué la canilla entera con la llave francesa. La llevé a la ferretería, donde mi conocido usando una llave idéntica a la mía logró sacar el pedazo que faltaba. Tuvo una hazaña aún más valorable. Cambió La Gomita.
Volví feliz y un poco decepcionado a  casa, el problema de la perdida de agua estaba solucionado, pero me sentía, de cierta manera, un incapaz. He ahí mi engaño. Llegué a casa e instalé la canilla, abrí el pase de agua. Había pérdidas en las tuercas que unen la canilla a la pared “falta teflón” pensé. Fui a la ferretería, el ferretero estaba a punto de salir a comer, -Ayuda!! grité. El ferretero me dio el teflón pero no me dejó pagar, dijo que volvía en una hora.
Vuelvo a casa y cuando voy a sacar la canilla de la pared sucede algo extraordinario, por alguna razón el caño que está unido a la pared se corre, yo hago un movimiento opuesto con la llave francesa para retirar la tuerca. Ésta fallece. Se rompió, es una canilla que tiene la tuerca pegada a su caño, por lo que no la puedo cambiar. En una hora volveré a la ferretería a comprar otra canilla.

Reconozco mi excelente capacidad de empeorar las cosas.