lunes, 29 de noviembre de 2010

Cuando faltan palabras

Recuerdo cuando tu piel desmenuzba mi alma,
cuando tu aliento era la energía que necesitaba para seguir suspirando.
Tus labios acariciaban los míos y tu cuerpo me desvelaba como las almas de los apasionados
perdidos en el infierno de Dante.


Encuentro mi mayor pasión al sentir tu exitante abrazo y
me complasco con el suave licor de tus palabras susurradas.
Busco en tu cuerpo la salvación que entregás a mi alma,
el verdadero placer del momento más efímero.

Cuando tu tranpiración encuentra la mía y
el sabor a morango del aire nos turba y nos complace como un eterno verano.
Sin saber que todo ya termina buscamos el auje de nuestra eternidad,
Y si me permite Vinicius: “que sea eterno en cuanto dure”.