Pétalos manchados en carne viva. Ya sin luz amaneceres desesperanzados. Mi artificial sonrisa y esos brazos lejanos al abrazo.
Nuestra hipócrita caridad, el ambar de la dulzura infantil devorada en sexo sin afanes de sueños o canciones gloriosas. Dios ha muerto pero no resusita la viva belleza de Eva o el mal aliento de mañanas felices.
Sobran pasos sin camino bajo los pies de nadie.
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